Rakú y Ritual del Té: sumérgete en un mar de sensaciones
ARTESANÍA DO PASATEMPO
El Rakú es una técnica cerámica que alcanzó su máxima expresión en Japón durante el siglo XVI, íntimamente ligada a la ceremonia del té, su nombre proviene de la familia Raku, cuya herencia sigue viva hoy, aunque la técnica utilizada ya se usaba en China y en Corea con otra denominación.
Orígenes:
Introducida en Japón por el ceramista coreano Chōjirō, bajo el mecenazgo del maestro de té Sen no Rikyū, el Rakú encarna la esencia del Zen: sencillez, imperfección y la belleza de lo efímero.
Los cuencos creados para la ceremonia del té, conocidos como chawan, reflejan esta filosofía.
Proceso y características: El Rakú es interesante y especial por su proceso. Las piezas se hacen a mano y se hornean, retirándose del horno cuando están al rojo vivo, y luego se sumergen en materiales orgánicos que, al arder, crean efectos únicos de color y textura.
Esta técnica trabaja lo impredecible, haciendo que cada pieza sea única e irrepetible.
Como experiencia de aprendizaje:
El Rakú nos invita a trabajar manualmente la cerámica, explorando el modelado manual, las diferentes composiciones del barro y esmaltes.
Al hornear bajo una atmósfera reductora (sin oxígeno) en la cocción, se logran colores y texturas sorprendentes.
En resumen, el Rakú no es solo una técnica, es una experiencia artística y espiritual, donde lo inesperado es parte de su encanto.
Durante la experiencia, conoceremos la historia de esta técnica, veremos piezas y efectos de esmalte, modelaremos chawanes tomando como ejemplo las formas de algunos que están expuestos en los principales museos del mundo.
Hornearemos para ver de primera mano, los diferentes efectos que obtendremos del esmalte en atmósfera reductora.
Al final, con nuestro chawán original y único, procederemos a preparar un té según la mítica ceremonia del té japones.
Filosofía:
Más que una técnica, el Rakú es una forma de creación ligada a procesos y rituales que te conectan con otras formas de creer y pensar.
Se valora lo imperfecto y lo espontáneo, conectando al ceramista con el momento presente. En cada pieza, la incertidumbre del resultado es parte de su magia.
Evolución occidental: En el siglo XX, el Rakú llegó a Occidente, donde fue reinterpretado. Aunque adaptado, su espíritu de conexión con la naturaleza y su carácter impredecible siguen siendo esenciales salvo aquellos que lo enfocaron hacia lo comercial.